La serie de eventos políticos y sociales que ocurren en el mundo, en gran parte son consecuencia del comportamiento de la economía, que a su vez es definida por el dinamismo de los países avanzados.

Los expertos sostienen que actualmente “la economía mundial se está desacelerando”, tras la recesión que sucedió durante el periodo de 2008 a 2010, la cual dejó de manifiesto el crecimiento de las economías emergentes y en un efecto contrario, la caída de las principales potencias; surgiendo así un proceso de interdependencia entre ellas.

“La economía mundial se expandió solamente en un 2.2% en 2016, la menor tasa de crecimiento desde la Gran Recesión de 2009”, sostiene Naciones Unidas en el informe llamado “Perspectivas para el desarrollo macroeconómico global.”

En Europa, eventos como la salida de Reino Unido de la Unión Europea (referéndum Brexit), marcaron un referente en la estabilidad del viejo continente. No obstante, países como Alemania siguen siendo “punta de lanza”, posicionándose como un entorno sano para invertir. En caso contrario, a pesar de la solidez económica francesa, este país enfrenta uno de los escenarios más complicados: el terrorismo. Por otro lado, Rusia tiene como objetivo ser una potencia líder en economía también, por lo que toma medidas internas para contrarrestar adversidades como la baja del precio del petróleo o las sanciones impuestas por occidente.

La situación es distinta en África, donde los conflictos internos siguen sin permitir el desarrollo del continente, la riqueza de sus recursos naturales parece ser la “condena” que las naciones africanas deben pagar, sin embargo, países como Nigeria se encuentran en crecimiento y esto sirve para catalogarlo como una economía emergente.

Del otro lado del Océano Atlántico, la inestabilidad del dólar y las políticas proteccionistas anunciadas por el nuevo gobierno norteamericano han desestabilizado varios aspectos macroeconómicos. En paralelo, encontramos conflictos políticos en Venezuela y Ecuador o la problemática del narcotráfico en México y Colombia, que generan un territorio, por una parte, sin muchas limitantes para empresas multinacionales que buscan expandirse, pero desfavorable para el ciudadano común.

Adicionalmente, Occidente ha dejado de ser el único foco en la economía mundial, la zona de Asia ha cobrado importancia en los últimos años, que parece tener un efecto de crecimiento constante al grado de poder convertirse en la zona líder de la economía mundial en un futuro, a causa de países como Japón que hoy es la tercera fuerza económica, o China como la segunda, por ello, naciones como México ven en Asia una oportunidad de desarrollo fuera de las condiciones comerciales impuestas por el gobierno norteamericano con el Tratado de Libre Comercio.

El informe de Naciones Unidas también menciona que “el producto interno bruto mundial se expandirá en un 2.7% en 2017 y un 2.9% en 2018”, lo que señala que se avecina una estabilización económica, por lo menos a grandes rasgos. Por otro lado, existen ciertas tendencias sociopolíticas donde países en desarrollo se han convertido en mercados importantes, con grandes ciudades e industrias pero que al mismo tiempo mantienen una gran desigualdad social.

En este sentido, es un hecho que la economía mundial se encuentra atrapada en un largo periodo de bajo crecimiento, para contrarrestar esta situación, será necesario asegurar políticas sostenibles respecto al ámbito comercial, de inversión y de carácter público, que puedan responder a la realidad de cada país. A su vez, los gobiernos deben considerar cambios estructurales que les permitan lograr un ambiente de negocio dinámico; el incentivo de la fuerza laboral mediante la capacitación y una base educativa dirigida a la ciencia y a la innovación.